Por Priscila Fernández, Assistant Product Manager, Central Africa Dept.
He oído muchas veces que un trocito de nosotros se queda en los lugares que visitamos, lo que no me imaginaba era que después de dos semanas desde mi regreso, una parte muy importante de mí aún está en este rinconcito de África.
Aunque esta no era mi primera experiencia en África, Uganda y Rwanda me han sorprendido por la belleza de sus paisajes y sobre todo por la amabilidad y la sonrisa de sus gentes. Ver los gorilas de montaña ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, pero el Gorila Trek es mucho más que eso, cada momento del viaje cuenta.
Nada más empezar el viaje en el Parque Nacional de Kidepo nos dirigimos a la zona de camping, pero para nuestra sorpresa ya estaba “ocupada” por un leon. ¡Esa sí que fue una buena manera de empezar un safari!
Tengo que destacar la calidad de los parques de Uganda, poco masificados y con una riqueza natural sorprendente. Tuvimos la oportunidad de acampar en medio de la naturaleza y despertarnos con los el rugido de los leones o la actividad de los hipopótamos de madrugada.
Los parques de Murchison Falls y Queen Elizabeth me gustaron especialmente porque tuvimos la oportunidad de hacer safaris a pie y en barca, además de en camión Kananga, llegando así a los rincones más escondidos de los parques con la ayuda de nuestros insuperables rangers, George (de la Jungla) y Ben.
En el Parque Nacional de Murchison Falls tuvimos la oportunidad de navegar el Nilo hasta las impresionantes cataratas
Murchison, que dan el nombre al parque, mientras que en Queen Elizabeth hicimos un crucero a la puesta del sol en el Canal de Kazinga, un lugar repleto de aves, búfalos, elefantes, cocodrilos, ¡y sobre todo hipopótamos!
Uno de los puntos fuertes del viaje es la visita al Bosque Primario de Budongo, un bosque lluvioso protegido porque en él viven entre otras especies los chimpancés. Allí todo el grupo, en pequeños subgrupos, exploramos el bosque en búsqueda de estos fascinantes animales tan cercanos a nosotros.
A medida que nos íbamos dirigiendo al sur de Uganda el paisaje fue cambiando hacia más verde y lluvioso, y tras avistar los hermosos Montes Rwenzori llegamos al lago Bunyonyi, el segundo más profundo de África, a más de 1950m por encima del nivel del mar y rodeado de verdes colinas, una de las joyas de Uganda.
Después de la jornada de relax a orillas del lago los intrépidos exploradores estábamos preparados para cruzar la frontera y entrar en Rwanda en busca de los gorilas de montaña.
La noche anterior al trek con los gorilas pocos de nosotros habíamos conseguido dormir, ¡qué nervios!, íbamos a adentrarnos en el “Parc National des Volcans” y ver los últimos gorilas de montaña, algunas de las familias que Dian Fossey había estudiado y protegido durante su célebre estancia en Rwanda.
Nada más cruzar el muro del parque y encontrar el lugar donde había dormido nuestra familia de gorilas nos dio la bienvenida un bebé gorila haciendo piruetas por las ramas, hasta que al percatarse de nuestra presencia se acercó a su madre, una imagen entrañable que recordaré siempre.
A medida que fuimos avanzando fuimos encontrando más miembros de la familia, entre ellos tres espaldas plateadas que parecían tener algunos conflictos entre ellos y se mostraron bastante activos. En un momento se acercaron bastante al grupo, una situación que no es peligrosa si se siguen las normas de los rangers pero que nos encogió el corazón a todos, bueno a unos más que a otros.
Al día siguiente algunos viajeros fueron a ver los “Golden Monkeys”, otros habitantes de lujo del parque, y los más intrépidos incluso escalaron el volcán Bisoke. Rwanda nos brindó la oportunidad de conocer sus pueblos, sus gentes, su artesanía y sus danzas durante nuestra estancia.
Para acabar os dejo una foto de una de las maravillosas acampadas de la ruta, cada día y noche alrededor del fuego más me convencí de que al aire libre y sobre todo en África, todo sienta mejor.
¿Y qué deciros de la comida? yo pensaba que era imposible hacer un pastel de cumpleaños en casa, con mi horno, pero allí estaban Peter y Moses haciendo no solo uno si no dos pasteles, una quiche, una tortilla de patatas y montones de otros platos muy elaborados en medio de parques nacionales. En mi recuerdo quedan las sopas de Peter y los crepes de nutella. Desde luego el viaje no sería lo mismo sin la increíble Kananga crew.
Y así fue como tuve la suerte de compartir 19 maravillosos días con 18 “kanangueros”, nuestro guía Clori y nuestra crew, acampando en los lugares más insólitos, explorando ríos y lagos, cruzando el ecuador y grabando cada momento en nuestro corazón, cada pueblo por donde pasamos y cada niño que saludaba alegremente a nuestro paso.
Recomiendo el Gorila Trek a todos los viajeros que queráis vivir una experiencia única. Si os animáis aún estáis a tiempo este año con la salida especial de Fin de Año.